Re creado por : Mario Ríos a partir del Libro El estudio de la sociedad: Una introducción para la investigación social de Carlos Kawata.
UN CUENTO PARA EMPEZAR
Los cinco sabios del reino de la U, devuelta de una larga estadía en diversas repúblicas extranjeras, estaban quietos y temerosos ante su soberano, el Magnífico Rey Ctor; estaban informando al Rey acerca de la COSA RARA que, dicen, poseía un poder casi milagroso para conocer y transformar las cosas.
- Dinos, oh sabio Simisapa, ¿qué viene a ser la tal Cosa Rara? – Preguntó el Rey Ctor al sabio más anciano, 30 años de cátedra universitaria, asesoramiento de 7.852 tesis a nivel de bachillerato y 2.563 a nivel de doctorado, con 33.678 libros en su biblioteca privada, un manual publicado sobre como hacer la tesis universitaria y un currículo vital de 200 páginas tipeadas a doble espacio en times new roman 12.
- La Cosa Rara a la que llaman Investigación Científica, oh Magnífico Rey Ctor, sirve para observar objetivamente todos los hechos posibles, comprimir y registrar todos los datos. En realidad, La Ciencia es un enorme REGISTRO que se dedica a describir las cosas tal como son, para encontrar la verdad.- Así habló Simisapa después de citar algunas frases en latín y varios autores extranjeros de nombres rimbombantes, que omitimos aquí porque no lograron impresionar al rey, como sí lo hicieron con algunos alumnos desprevenidos.
- ¡Qué lo subroguen, qué lo expulsen del reino de la U! – gritó el rey Ctor rojo de ira, en lo que fue apoyado por el tercio estudiantil y por el pleno de su corte.- ¿Cómo pudo creer que la Cosa Rara es una máquina sin pensamiento o un espejo inmóvil que refleje las cosas, cuando hasta yo puedo pensar? Si tuviera razón Simisapa, el mejor tratado sobre la Cosa Rara serían los manuales para elaborar las monografías y tesis universitarias, cosa que nadie puede aceptar, porque no explican ni transforman nada ni nadie, agregó el rey.
Tras de lo cual se dirigió a Michakay, el mas viejo de los sabios que quedaban, investigador de renombre que traía en su legajo personal 15.658 encuestas aplicadas, doce mil entrevistas y un sinnúmero de muestreos probabilísticos realizados: 2.567 muestreos aleatorios, 3.430 estratificados y 2.831 poliepáticos, además de poseer un Ph.D en la ¡University of Pampachakuy!.
- Dínos, oh sabio Michakay, ¿Qué es la Cosa Rara?
- La Cosa Rara, oh Magnífico Rey Ctor no es un registro pasivo, sino un atareado molino de información ; absorbe toneladas de datos en bruto, los elabora, los mastica y los presenta bien ordenaditos y digeridos; los agrupa y clasifica de tal manera que se les pueda dar una cierta organización coherente y lógica. Para ello utiliza técnicas de recolección y procesamiento de datos: muestreo,, operaciones y medidas estadísticas, tabulación, entrevistas con ráfagas de preguntas, escalas de mensuración, encuestas de opinión, tablas de contingencia, técnicas de escalamiento etc, etc,. Etc. Mi opinión es que la Investigación Científica es una enorme CALCULADORA que se alimenta de datos recolectados con las técnicas más sofisticadas.- Así habló Michakay.
- ¡Qué lo subroguen sin ningún beneficio social por los años de servicio! – gritó el rey verde de ira. ¿Cómo pudo creer que la Investigación Científica es una Calculadora? Es verdad que existen técnicas de recolectar datos, técnicas para procesarlos, ordenarlos y hasta para presentarlos mejor, pero no existen técnicas para pensar, para explicar la relación entre los hechos. En consecuencia, la Cosa rara no puede basarse en estas técnicas, porque de ser así no podría transformar el mundo, como dicen que es capaz de hacerlo. ¿Es que podemos aceptar que el mejor tratado sobre la Cosa rara son los Volúmenes del Censo Nacional o una guía telefónica? ¿podemos aceptar que la pesquisa de mercado para vender mejor un detergente es una investigación científica?.
Tras lo cual, se dirigió al Tuki Comí, recién nombrado profesor principal, categoría A, con derecho a vacaciones pagadas, posibilidades de ascender a la dirección de un programa académico y de un conocido libro publicado bajo el título de “Sobre la imposibilidad de la investigación Social” (Subtítulo: “Kant, mi gurú”).
- Dinos, oh sabio Tunki, ¿Qué es la cosa Rara?
- No hay tal Cosa Rara, magnífico Rey Ctor, el mundo ancho y ajeno, es inaccesible a nuestro conocimiento. Por lo tanto, la ciencia no pasa de ser un juego esotérico. Los que lo juegan establecen sus reglas, las cambian de vez en cuando de un modo misterioso, para que los demás queden afuera. Inventan nombres difíciles, conceptos, teorías. Pero nadie sabe a que juegan y con que fin. Galileo y Einstein, hoy día, serían dos buenos punteros del “Barcelona de España” y Chomski un agitador intrigante de la Feria del Libro. Admitamos, pues, que la Ciencia, como el lenguaje, es un juego, una convencionalidad: además, la verdad científica depende del cristal con que se mire. Cada uno quiere echar agua para su molino…..
- Qué lo subroguen por tanta vulgaridad y como castigo copie 500 mil veces la frase : “No partir de una convicción real y objetiva es socavar las bases mismas de la Ciencia”, - gritó el rey, amarillo de rabia. - ¿Cómo podemos poner en duda la posibilidad de que se puede conocer, si el conocimiento es un hecho verificado históricamente en la práctica? Dijo el rey indignado.
En seguida, el rey Ctor se dirigió al sabio Manakaspa, también conocido como “Come – cuando – sobra”, brillante profesor contratado, categoría D, 10 dólares la hora semanal-mensual dictada, sin contar el descuento al Seguro Social, la Derrama, La Cooperativa, los descuentos por eventuales tardanzas y las continuas exigencias de una siempre nueva Comisión de Gobierno.
- Dínos, oh sabio Manakaspa, ¿Qué es la Cosa rara? ¿Qué aspecto tiene?
- La Cosa Rara, oh magnífico Rey Ctor, es un hombre que medita y ayuna. Tiene visiones, intenta probar que son erradas y no se enorgullece cuando no lo consigue. La Ciencia, es pues, pura reflexión teórica, es la aplicación de la teoría sobre sí misma: la verdad sobre las cosas está contenida NO en los hechos, como quieren mis dos primeros desgraciados colegas, sino en el mismo pensamiento puro, en los mismos conceptos. Por lo tanto, la ciencia nada tiene que ver con los hechos o con domésticas recetas de investigación. La investigación científica consiste, pues, en desarrollar la teoría pura, a través de la reflexión.
- ¡Qué se renueve su contrato con las mismas horas semanales- mensuales para que siga ayunando; es el peor castigo que le podemos dar! Gritó el rey, morado de rabia. Este informe es más útil que los otros, pero olvida que todo conocimiento es conocimiento sobre alguna cosa y se da dentro de un proceso histórico; este informe desconoce la relación existente entre el ser y el pensar, entre las distintas prácticas sociales de los hombres con su pensamiento. Además de ser una idealista trasnochado, Manakaspa confunde ciencia con ideología.
Tras de lo cual el rey se dirigió a Yachachiq, el joven sabio que todavía conservaba el hábito de estudiar.
Pero Yachachiq, temiendo por su carrera académica, se había puesto a correr. Huyó sin parar durante días y noches, hasta que cruzó la frontera del Reino de la Producción de Bienes Materiales, dónde había bastante luz. Ahí, después de una fatigante y árduo trabajo intelectual, balanceado con actividades propias del reino, ha terminado de escribir su voluminoso “Informe sobre la Cosa Rara”, publicado bajo un seudónimo.
Escondido en el anonimato, Yachachiq teme, acaso con razón, que esta exposición de la Cosa Rara será poco gastado, puesto que la gente prefiere sencillos credos en blanco y negro en los que pueda creer con certeza y en verdades acabadas y definitivas. Pocos son los que pueden convivir con el hecho de que los conocimientos científicos son provisorios y falibles.
Como la versión ya publicada trata de la Cosa rara en general, sin enfatizar el aspecto de las Ciencias Sociales, Yachachiq ha resuelto publicar en el Perú una modesta versión titulada: “El estudio de la sociedad: Una introducción para la investigación social”, esta vez escondido bajo dos seudónimos absolutamente desconocidos justamente para despistar la furia asesina del rey Ctor y para no responsabilizarse de la calidad de la obra sobre cuyo contenido también podría tener serios reparos.
Podemos adelantar que en esta versión peruana, el autor plantea que actualmente la tarea de la Cosa Rara es producir teorías generales destinadas a explicar los hechos conocidos y a prever los nuevos. Sin previsión no habría sentido para la existencia actual de la Ciencia. Y en teoría, no hay previsión.
Yachachiq cree que la investigación científica no es neutral ni aséptica, tampoco es pura colecta de datos, sino que debe estar siempre a favor o en contra de una teoría cualquiera para que tenga alguna utilidad; debe aceptar, fortalecer o rechazar una teoría y sus resultados deben ser capaces de incorporarse al cuerpo de una teoría.
Muestra además la relación de la teoría científica con la ideología; con los métodos, técnicas e instrumentos de investigación – todos subordinados a la teoría; con la actividad productiva del hombre; con su práctica social; política, científica, etc. Y propone también algunos pasos para realizar el diseño de la investigación dentro de esta perspectiva.
Influenciado por lo que ha visto en el Reino de la Producción de Bienes Materiales, el autor intenta partir desde la perspectiva de los verdaderos productores – los trabajadores - no por razones de orden moral, de justicia, etc. Sino por motivos que van explicados en el libro.
Insistimos que la única garantía para que no se descubra la verdadera identidad de Yachachiq está en los dos seudónimos absolutamente desconocidos que aparecerán como autores. Esto evita posibles subrogaciones.
Nota.- este pequeño cuento es un plagio abierto del que presenta Mario Bunge al inicio de su libro “La investigación científica” (Ediciones Ariel, Barcelona, 1969, 955 pp.) que constituye uno de los tratados de mas alto nivel sobre el problema. Lo tomamos por considerarlo didáctico y significativo, a pesar de no estar de acuerdo con todos los planteamientos del libro.
Nota1: Se ha mantenido la estructura del cuento, algunas frases completas y se ha hecho una adaptación libre.
UN CUENTO PARA EMPEZAR
Los cinco sabios del reino de la U, devuelta de una larga estadía en diversas repúblicas extranjeras, estaban quietos y temerosos ante su soberano, el Magnífico Rey Ctor; estaban informando al Rey acerca de la COSA RARA que, dicen, poseía un poder casi milagroso para conocer y transformar las cosas.
- Dinos, oh sabio Simisapa, ¿qué viene a ser la tal Cosa Rara? – Preguntó el Rey Ctor al sabio más anciano, 30 años de cátedra universitaria, asesoramiento de 7.852 tesis a nivel de bachillerato y 2.563 a nivel de doctorado, con 33.678 libros en su biblioteca privada, un manual publicado sobre como hacer la tesis universitaria y un currículo vital de 200 páginas tipeadas a doble espacio en times new roman 12.
- La Cosa Rara a la que llaman Investigación Científica, oh Magnífico Rey Ctor, sirve para observar objetivamente todos los hechos posibles, comprimir y registrar todos los datos. En realidad, La Ciencia es un enorme REGISTRO que se dedica a describir las cosas tal como son, para encontrar la verdad.- Así habló Simisapa después de citar algunas frases en latín y varios autores extranjeros de nombres rimbombantes, que omitimos aquí porque no lograron impresionar al rey, como sí lo hicieron con algunos alumnos desprevenidos.
- ¡Qué lo subroguen, qué lo expulsen del reino de la U! – gritó el rey Ctor rojo de ira, en lo que fue apoyado por el tercio estudiantil y por el pleno de su corte.- ¿Cómo pudo creer que la Cosa Rara es una máquina sin pensamiento o un espejo inmóvil que refleje las cosas, cuando hasta yo puedo pensar? Si tuviera razón Simisapa, el mejor tratado sobre la Cosa Rara serían los manuales para elaborar las monografías y tesis universitarias, cosa que nadie puede aceptar, porque no explican ni transforman nada ni nadie, agregó el rey.
Tras de lo cual se dirigió a Michakay, el mas viejo de los sabios que quedaban, investigador de renombre que traía en su legajo personal 15.658 encuestas aplicadas, doce mil entrevistas y un sinnúmero de muestreos probabilísticos realizados: 2.567 muestreos aleatorios, 3.430 estratificados y 2.831 poliepáticos, además de poseer un Ph.D en la ¡University of Pampachakuy!.
- Dínos, oh sabio Michakay, ¿Qué es la Cosa Rara?
- La Cosa Rara, oh Magnífico Rey Ctor no es un registro pasivo, sino un atareado molino de información ; absorbe toneladas de datos en bruto, los elabora, los mastica y los presenta bien ordenaditos y digeridos; los agrupa y clasifica de tal manera que se les pueda dar una cierta organización coherente y lógica. Para ello utiliza técnicas de recolección y procesamiento de datos: muestreo,, operaciones y medidas estadísticas, tabulación, entrevistas con ráfagas de preguntas, escalas de mensuración, encuestas de opinión, tablas de contingencia, técnicas de escalamiento etc, etc,. Etc. Mi opinión es que la Investigación Científica es una enorme CALCULADORA que se alimenta de datos recolectados con las técnicas más sofisticadas.- Así habló Michakay.
- ¡Qué lo subroguen sin ningún beneficio social por los años de servicio! – gritó el rey verde de ira. ¿Cómo pudo creer que la Investigación Científica es una Calculadora? Es verdad que existen técnicas de recolectar datos, técnicas para procesarlos, ordenarlos y hasta para presentarlos mejor, pero no existen técnicas para pensar, para explicar la relación entre los hechos. En consecuencia, la Cosa rara no puede basarse en estas técnicas, porque de ser así no podría transformar el mundo, como dicen que es capaz de hacerlo. ¿Es que podemos aceptar que el mejor tratado sobre la Cosa rara son los Volúmenes del Censo Nacional o una guía telefónica? ¿podemos aceptar que la pesquisa de mercado para vender mejor un detergente es una investigación científica?.
Tras lo cual, se dirigió al Tuki Comí, recién nombrado profesor principal, categoría A, con derecho a vacaciones pagadas, posibilidades de ascender a la dirección de un programa académico y de un conocido libro publicado bajo el título de “Sobre la imposibilidad de la investigación Social” (Subtítulo: “Kant, mi gurú”).
- Dinos, oh sabio Tunki, ¿Qué es la cosa Rara?
- No hay tal Cosa Rara, magnífico Rey Ctor, el mundo ancho y ajeno, es inaccesible a nuestro conocimiento. Por lo tanto, la ciencia no pasa de ser un juego esotérico. Los que lo juegan establecen sus reglas, las cambian de vez en cuando de un modo misterioso, para que los demás queden afuera. Inventan nombres difíciles, conceptos, teorías. Pero nadie sabe a que juegan y con que fin. Galileo y Einstein, hoy día, serían dos buenos punteros del “Barcelona de España” y Chomski un agitador intrigante de la Feria del Libro. Admitamos, pues, que la Ciencia, como el lenguaje, es un juego, una convencionalidad: además, la verdad científica depende del cristal con que se mire. Cada uno quiere echar agua para su molino…..
- Qué lo subroguen por tanta vulgaridad y como castigo copie 500 mil veces la frase : “No partir de una convicción real y objetiva es socavar las bases mismas de la Ciencia”, - gritó el rey, amarillo de rabia. - ¿Cómo podemos poner en duda la posibilidad de que se puede conocer, si el conocimiento es un hecho verificado históricamente en la práctica? Dijo el rey indignado.
En seguida, el rey Ctor se dirigió al sabio Manakaspa, también conocido como “Come – cuando – sobra”, brillante profesor contratado, categoría D, 10 dólares la hora semanal-mensual dictada, sin contar el descuento al Seguro Social, la Derrama, La Cooperativa, los descuentos por eventuales tardanzas y las continuas exigencias de una siempre nueva Comisión de Gobierno.
- Dínos, oh sabio Manakaspa, ¿Qué es la Cosa rara? ¿Qué aspecto tiene?
- La Cosa Rara, oh magnífico Rey Ctor, es un hombre que medita y ayuna. Tiene visiones, intenta probar que son erradas y no se enorgullece cuando no lo consigue. La Ciencia, es pues, pura reflexión teórica, es la aplicación de la teoría sobre sí misma: la verdad sobre las cosas está contenida NO en los hechos, como quieren mis dos primeros desgraciados colegas, sino en el mismo pensamiento puro, en los mismos conceptos. Por lo tanto, la ciencia nada tiene que ver con los hechos o con domésticas recetas de investigación. La investigación científica consiste, pues, en desarrollar la teoría pura, a través de la reflexión.
- ¡Qué se renueve su contrato con las mismas horas semanales- mensuales para que siga ayunando; es el peor castigo que le podemos dar! Gritó el rey, morado de rabia. Este informe es más útil que los otros, pero olvida que todo conocimiento es conocimiento sobre alguna cosa y se da dentro de un proceso histórico; este informe desconoce la relación existente entre el ser y el pensar, entre las distintas prácticas sociales de los hombres con su pensamiento. Además de ser una idealista trasnochado, Manakaspa confunde ciencia con ideología.
Tras de lo cual el rey se dirigió a Yachachiq, el joven sabio que todavía conservaba el hábito de estudiar.
Pero Yachachiq, temiendo por su carrera académica, se había puesto a correr. Huyó sin parar durante días y noches, hasta que cruzó la frontera del Reino de la Producción de Bienes Materiales, dónde había bastante luz. Ahí, después de una fatigante y árduo trabajo intelectual, balanceado con actividades propias del reino, ha terminado de escribir su voluminoso “Informe sobre la Cosa Rara”, publicado bajo un seudónimo.
Escondido en el anonimato, Yachachiq teme, acaso con razón, que esta exposición de la Cosa Rara será poco gastado, puesto que la gente prefiere sencillos credos en blanco y negro en los que pueda creer con certeza y en verdades acabadas y definitivas. Pocos son los que pueden convivir con el hecho de que los conocimientos científicos son provisorios y falibles.
Como la versión ya publicada trata de la Cosa rara en general, sin enfatizar el aspecto de las Ciencias Sociales, Yachachiq ha resuelto publicar en el Perú una modesta versión titulada: “El estudio de la sociedad: Una introducción para la investigación social”, esta vez escondido bajo dos seudónimos absolutamente desconocidos justamente para despistar la furia asesina del rey Ctor y para no responsabilizarse de la calidad de la obra sobre cuyo contenido también podría tener serios reparos.
Podemos adelantar que en esta versión peruana, el autor plantea que actualmente la tarea de la Cosa Rara es producir teorías generales destinadas a explicar los hechos conocidos y a prever los nuevos. Sin previsión no habría sentido para la existencia actual de la Ciencia. Y en teoría, no hay previsión.
Yachachiq cree que la investigación científica no es neutral ni aséptica, tampoco es pura colecta de datos, sino que debe estar siempre a favor o en contra de una teoría cualquiera para que tenga alguna utilidad; debe aceptar, fortalecer o rechazar una teoría y sus resultados deben ser capaces de incorporarse al cuerpo de una teoría.
Muestra además la relación de la teoría científica con la ideología; con los métodos, técnicas e instrumentos de investigación – todos subordinados a la teoría; con la actividad productiva del hombre; con su práctica social; política, científica, etc. Y propone también algunos pasos para realizar el diseño de la investigación dentro de esta perspectiva.
Influenciado por lo que ha visto en el Reino de la Producción de Bienes Materiales, el autor intenta partir desde la perspectiva de los verdaderos productores – los trabajadores - no por razones de orden moral, de justicia, etc. Sino por motivos que van explicados en el libro.
Insistimos que la única garantía para que no se descubra la verdadera identidad de Yachachiq está en los dos seudónimos absolutamente desconocidos que aparecerán como autores. Esto evita posibles subrogaciones.
Nota.- este pequeño cuento es un plagio abierto del que presenta Mario Bunge al inicio de su libro “La investigación científica” (Ediciones Ariel, Barcelona, 1969, 955 pp.) que constituye uno de los tratados de mas alto nivel sobre el problema. Lo tomamos por considerarlo didáctico y significativo, a pesar de no estar de acuerdo con todos los planteamientos del libro.
Nota1: Se ha mantenido la estructura del cuento, algunas frases completas y se ha hecho una adaptación libre.
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