lunes, 10 de noviembre de 2008

DOCENCIA UNIVERSITARIA



DOCENCIA UNIVERSITARIA


Por Mario Ríos Quispe

INTRODUCCION

Las universidades en la actualidad ven fortalecidos sus esfuerzos en la medida que los profesionales de las distintas ramas del saber han volcado sus experiencias y aplicaciones en la vida universitaria a través de los procesos de enseñanza aprendizaje.

Esta necesidad por parte de las universidades de incorporar personal con experiencias concretas en sus profesiones, demanda una exigencia académica que es conocer los elementos, conceptos y procesos de la docencia universitaria y que a su vez tienen su fundamento en la pedagogía y didáctica del nivel superior.

El presente programa de capacitación en Docencia Universitaria asume el esfuerzo de cubrir esta necesidad; desarrollando a lo largo de nuestros módulos contenidos actualizados, conceptos y estrategias que pueden hacer del trabajo docente un trabajo innovador y sobre todo relevante en la actividad académica y universitaria.

En el primer módulo desarrollamos dos temas importantes como es el currículo, la problemática formativa y de investigación en la universidad. Hemos de entender el currículo como un plan de formación que tiene una intencionalidad y jerarquización de contenidos a trabajar, pero a la luz de estos tiempos asumimos un currículo universitario integral donde no solo sea importante el conocimiento teórico sino también las competencias en los estudiantes, para así siendo egresados, puedan incorporarse en el mercado laboral con bastante flexibilidad.

Creemos que estas dos áreas correspondientes al I módulo de Docencia universitaria nos dará una visión global de la problemática universitaria a efectos de crear los cimientos conceptuales necesarios para posteriormente tocar otros temas vitales en la práctica de la docencia universitaria.

EL CURRICULO Y LA PROBLEMÁTICA FORMATIVA Y DE INVESTIGACIÓN EN LA UNIVERSIDAD


SOBRE LA DOCENCIA UNIVERSITARIA

Un problema de las universidades latinoamericanas es que no hay una preocupación normativa y legal en cuanto a la formación y desarrollo de la Docencia Superior. Hay si, toda una legislación de los niveles iniciales sea en Educación Preescolar, Educación Básica y Educación Media. Incluso se ha legislado sobre cuales deben ser los núcleos fundantes del saber pedagógico que deben contemplar los programas de formación de maestros. No obstante, no existe algo similar que legisle sobre la formación de los profesores universitarios. Es decir, ha existido una preocupación del Estado en Latinoamérica por definir las calidades de quienes deben ejercer la docencia en los niveles iniciales de la formación, pero no se ha legislado con respecto a las calidades que deben poseer quienes se dedican a la formación universitaria.

Existe una creencia muy generalizada de que la docencia universitaria es un asunto que se resuelve con una excelente preparación académica de los profesores, respaldada por títulos de postgrado (Maestría y Doctorado), además de una promisoria carrera científica certificada por artículos indexados. El título de Doctor y artículos indexados parecen ser los dos aspectos fundamentales que definen a un docente universitario.

No obstante, existe un consenso creciente a nivel internacional de que la buena docencia no siempre va de la mano de la excelencia académica e investigativa del profesor. En esto también es importante la disposición del profesor hacia su profesión, su compromiso con la formación o iniciación de nuevas generaciones en el marco de profesiones y disciplinas constituidas históricamente, su conocimiento de los aspectos medulares del conocimiento científico-técnico y, principalmente, su rol como Educador.

Este último aspecto, el rol como Educador, es el aspecto que marca la diferencia entre un técnico, un profesional y un científico con un Docente. Quienes asumen la docencia en cualquiera de los niveles del Sistema Educativo, desde el Preescolar hasta la Educación Superior, tienen en común su compromiso con la formación y/o iniciación de nuevas generaciones dentro de prácticas, metodologías, sistemas argumentativos, códigos restringidos, propios de disciplinas y saberes consolidados. Es decir, tienen un fuerte compromiso con la Educación, entendida como proceso de enculturación.

Infortunadamente, la composición del profesorado universitario está lejos de estar conformado por Educadores, es decir, por profesionales formados de manera explícita para ejercer la docencia, de personas que dentro de sus preocupaciones fundamentales se encuentra la de formar a los jóvenes y adultos en procesos de enculturación, análogos a los que implican la inmersión de los sujetos en culturas científicas, caracterizadas por prácticas, rituales, formas argumentativas, sistemas explicativos y criterios de verdad específicos, entre otros.

La docencia universitaria requiere un profundo conocimiento de las disciplinas y las profesiones en aspectos relacionados con su naturaleza cultural, histórica y epistemológica, su importancia dentro del entramado de relaciones económicas, sociales y productivas de una nación. Este conocimiento es el que permitirá al docente contextualizar el hecho educativo y posibilitará que los estudiantes avancen con sentido en el contexto de procesos de iniciación y formación de un espíritu científico, crítico y claramente identificado con su rol como aprendiz.

En ese sentido hay que considerara que la universidad latinoamericana debería concebirse como una gran centro de formación de profesores e investigadores para todos y cada uno de los sectores de la sociedad, la producción y la cultura. Principalmente por dos razones: a) el primero porque una de las funciones principales de cualquier Universidad, se concentra en la docencia, formando recurso humano en las diferentes áreas y disciplinas, cualificando el recurso humano al más alto nivel para todas y cada una de las diferentes áreas del sistema educativo, social, productivo y científico de la región y del país. Esta función implica que la vinculación de los profesores a la Universidad, además de las exigencias académicas y científicas, deberá contemplar la valoración de su formación, experiencia y trayectoria como docente.

La segunda razón tiene que ver con la realidad de que cualquier profesional universitario, tiene como posibilidad laboral el ejercicio profesional de la docencia en cualquier nivel del sistema educativo, pero principalmente en el universitario.

Lo anterior implica reconocer:

Que nuestros profesores, en una gran proporción no han sido formados como Educadores, lo que exige el establecimiento de procesos de formación continuada del profesorado de la Universidad, desde perspectivas contemporáneas que vinculen la docencia con procesos de enculturación relacionados con los campos disciplinarios y profesionales en los cuales cumplen esta función.

Que los docentes universitarios, adelanten como parte de sus actividades de investigación, las relacionadas con temáticas educativas que propendan por prácticas renovadoras, nuevos ambientes de aprendizaje, nuevas metodologías, en fin con investigaciones de carácter educativo, que permitan avanzar en la comprensión en los procesos de apropiación conceptual de los conocimientos científicos y tecnológicos del sector de la cultura académica en el que se esté ejerciendo la docencia. Esto también implica el reconocimiento a que los profesores puedan especializarse en programas de Maestría y Doctorado que fortalezcan su quehacer como docente.

La necesidad de introducir transformaciones curriculares en las diferentes profesiones universitarias, que permitan incorporar los elementos fundamentales del ejercicio profesional docente como uno de los campos laborales promisorios de nuestros egresados.

Por último es bueno considerar el impacto de las nuevas tecnologías en la Educación Superior. Diferentes investigaciones muestran que las innovaciones educativas mediadas por las nuevas tecnologías, han tenido éxito gracias a la preparación de los docentes, a la propuesta teórica y metodológica que acompaña el uso de los aparatos, más que a la tecnología propiamente dicha. En este tema deberemos de ser muy responsables por las implicaciones de dependencia y costo que una inserción crítica en el uso masivo de nuevas tecnologías puede generar, sin que esto cambie sustancialmente las prácticas que han sido cuidadosamente pensadas y experimentadas durante muchos años.


HACIA UN NUEVO MODELO DE DOCENCIA UNIVERSITARIA. UNA REFLEXIÓN SOBRE EL TRABAJO DOCENTE DE LOS PROFESORES DE UNIVERSIDAD.

Existe toda una exigencia de generar una reforma educativa en la educación superior universitaria, solo que en estos últimos tiempos se habla de reformas a partir de las propuestas de los organismos globales sea el Banco Mundial o el BID. Lo cierto de todo esto, es que urge romper con toda esa pedagogía de corte transmisivo, en donde prepondera el dictado de apuntes o el flujo verbal ininterrumpido del profesorado de Universidad, y esto supone emprender una tarea formadora pero partiendo de la realidad del sistema universitario y de las perspectivas que tengan basadas en los proyectos nacionales.

La moderna Universidad Latinoamericana debería estar abierta al entorno. Por desgracia, después de tantas reformas de los planes de estudios, planes de adecuación, contrarreformas, etc. la Universidad latinoamericana sigue estando saturada de clases magistrales, de enseñanza presencial y pasiva. Unos estudios universitarios en los que el estudiante tiene que matricularse en decenas de microasignaturas, habitualmente desconectadas entre sí.

Con esta situación, para un estudiante una carrera universitaria es una mera sucesión inconexa de obstáculos -las asignaturas-, de tal manera que da igual que no sepa lo esencial de las materias dado que nadie le pedirá cuentas de ello. Por este motivo creo que merecería la pena pensar en una prueba -o pruebas- final antes de obtener el título.