domingo, 14 de febrero de 2021

LAS IDEAS SOBRE EL AMOR

 

LAS IDEAS SOBRE EL AMOR

(Según C. Jung)



Del concepto de basado en que lo «únicamente en lo opuesto se enciende la vida», pasando por Eros de la atracción sexual hasta el Eros («gran vinculador y desligador») en general símbolo central del amor, como «aquel que une y separa», como «relación anímica».

En general diremos que debe corresponder al amor el de desarrollarse a plenitud donde se cultiva la individualidad como nuestra capacidad de relacionarnos. Muy superior al hecho de los salvajes impulsos, como todo acto impetuoso; nace ahora el amor humano que se ha registrado en la historia en los más hermosos actos de entrega, de desprendimiento por el bien común desde dar una rosa hasta dar la vida misma por el ser amado.

Jung dice: “El amor es siempre un problema, con independencia de la edad de la persona de quien se trate. En la etapa de la infancia el problema es el amor de los padres; para el anciano el problema es lo que ha hecho con su amor. El amor es una de las grandes potencias del destino que se extienden desde el cielo hasta el infierno” [OC 10, § 198]

Dice en otro aparte: “…] el problema del amor se me aparece como una montaña monstruosamente grande que con toda mi experiencia no ha hecho más que elevarse, precisamente cuando creía haberla casi escalado”. [Cartas I, 60]

El amor en el sentido de pareja supone un recorrido, un conjunto de experiencias que van afiatando una relación haciéndola sólida siempre y cuando estas “vivencias” hayan sido sinceras no solo en la consolidación de la relación sino en la capacidad de solucionar los problemas. Al respecto  C. Jung dice “Las vivencias nunca pueden «hacerse». Suceden, pero no de forma absoluta sino, afortunadamente, de forma relativa. Uno puede acercarse a ellas. Esto es lo que está al alcance humano. Existen caminos que conducen a la vecindad de la vivencia, pero deberíamos evitar llamar «métodos» a los caminos, pues este nombre mata todo lo que vive, y además el camino a la vivencia no es tanto un artificio, sino más bien una empresa arriesgada que exige la entrada en acción incondicional de toda la personalidad”.

Es una característica de la mujer ser capaz de hacerlo todo por amor a un ser humano. En cambio, constituyen las mayores excepciones las mujeres que consiguen algo importante por amor a una cosa, porque eso no responde a su naturaleza. El amor a la cosa es una prerrogativa masculina. Como el ser humano une en su naturaleza lo masculino y lo femenino, un hombre puede vivir lo femenino y una mujer lo masculino. Sin embargo, lo femenino está para el hombre en un segundo plano, igual que lo masculino para la mujer. Si se vive lo que corresponde al sexo opuesto se está viviendo en el propio trasfondo, con lo que lo verdaderamente propio queda insatisfecho. Un hombre debería vivir como hombre y una mujer como mujer.

Siempre de jóvenes hemos hablado del amor verdadero, ¿existe? Algunos lo consideran así por la sinceridad de manifestarse amor, otros por el tiempo, otros porque al construirlo a diario se ven estas expresando en los “productos” del amor, en los hijos, un emprendimiento, un empoderamiento familiar etc. Al respecto c. Jung manifiesta: “El amor verdadero establece siempre vínculos duraderos, responsables. Necesita la libertad sólo para la elección, no para la realización. Todo amor verdadero, profundo, es un sacrificio. Se sacrifican las propias posibilidades o, mejor dicho, la ilusión de las propias posibilidades. Si no requiere este sacrificio, nuestras ilusiones evitarán que se establezca el sentimiento profundo y responsable, con lo que se nos privará también de la posibilidad de la experiencia del verdadero amor”.

Hay un “amor de Dios”, es también una de las frases más comúnmente usada sobre todo en épocas críticas. Dios como algo omnipresente etéreo y aunque no es visible, el que se asuma su existencia y de ahí expresar amor (buscar un relacionamiento) ya resulta bastante interesante y motivo de estudios  C. Jung dice: “Por consiguiente, el amor no parece ser una potencia menor. El amor es Dios mismo. («Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él»). El «amor» es, por otro lado, un antropomorfismo por excelencia y, junto al hambre, la clásica fuerza psíquica instintiva del hombre. Considerado desde un punto de vista psicológico es, por un lado, una función de relación; por otro, un estado psíquico con acentos emotivos que como es evidente coincide, por decirlo de alguna forma, con la imagen de Dios. El amor posee indudablemente un determinante instintivo; es atributo y acción del hombre, y cuando el discurso religioso define a Dios como «amor» subsiste el peligro de confundir el amor que obra en el hombre con el obrar de Dios”. [OC 5, § 95 ss.]